Durante décadas, grabar y escuchar audio no dependía de pantallas ni conexiones digitales. Bastaba con pulsar “play” en un reproductor. Sin embargo, no todos los formatos eran iguales. Algunos eran grandes y pensados para música. Otros, pequeños y discretos, ideales para grabar voz. Esta es la diferencia clave entre un cassette y un microcassette, dos soportes que marcaron una época y que hoy se pueden recuperar gracias a servicios de digitalización de cassettes.
El cassette fue muy popular en la música doméstica. Se usaba en radiocasetes, minicadenas y walkmans. Permitía grabar desde la radio o copiar discos.
- Los cassettes usaban cintas más largas y anchas. Esto influía en la calidad del audio y en la resistencia del soporte. Algunas versiones incluso usaban cintas de cromo para mejor fidelidad.
- El cassette tradicional mide aproximadamente 10 x 6,3 centímetros. Es rectangular, con dos bobinas visibles y etiquetas frontales grandes. Se utilizaba principalmente para grabar y reproducir música o contenido de mayor duración. El cassette se hizo famoso en los años 70, 80 y 90. Fue un icono cultural y musical. Muchas personas grababan sus propias listas de canciones o compartían cintas con amigos.
- Estos formatos solían ofrecer una mejor calidad de audio. La cinta era más ancha y la velocidad de reproducción mayor. Esto ayudaba a captar mejor los matices de la música.
- Funcionaban en reproductores caseros, autoradios y walkmans. Muchos hogares tenían varios aparatos compatibles.
El microcassette se centró en grabaciones de voz. Era común en grabadoras de mano para entrevistas, dictados, reuniones o incluso en grabadoras de espionaje.
- Los microcassettes utilizaban una cinta más delgada. Esto les permitía ocupar menos espacio, pero los hacía más frágiles con el paso del tiempo.
- El microcassette es más pequeño: 5 x 3,2 centímetros. Fue diseñado para grabadoras portátiles, como las de periodistas o profesionales de oficina. Su tamaño compacto permitía llevarlo en el bolsillo.
- Este formato vivió su auge en los años 80 y 90, en sectores como el periodismo o los negocios. También fue común en contestadores automáticos o grabadoras personales.
- Los microcassettes tenían un sonido más comprimido. Su cinta era más estrecha y la velocidad de reproducción más lenta. El enfoque estaba en la comprensión del mensaje, no en la fidelidad.
- Para ser usados requerían grabadoras específicas. Generalmente portátiles, y más asociadas a usos profesionales o documentales. No eran comunes en equipos de música convencionales.
Especificaciones de velocidad y capacidad de grabación
Un cassette estándar usaba una velocidad de 4,75 cm/s. El microcassette podía grabar a 2,4 cm/s o incluso a 1,2 cm/s, duplicando la duración pero reduciendo la calidad.
Un cassette podía tener hasta 90 minutos (45 por cada lado) o más en versiones extendidas. Los microcassettes también ofrecían una buena duración, gracias a su velocidad variable. A menor velocidad, más tiempo de grabación.
¿Se pueden digitalizar ambos formatos?
Sí. Hoy en día, tanto los cassettes como los microcassettes se pueden convertir en archivos digitales. Esto permite preservar grabaciones familiares, entrevistas antiguas o archivos de voz históricos sin perder calidad con el tiempo. La digitalización de cassettes es una solución útil para quienes tienen colecciones guardadas en cajones o cajas, y desean escucharlas de nuevo en dispositivos actuales.
Ambos formatos tienen valor sentimental e histórico. Pero los microcassettes suelen contener grabaciones únicas, como la voz de un familiar o una conversación importante. Por eso, conviene digitalizarlos cuanto antes.
Los cassettes también son importantes, especialmente si contienen música casera, grabaciones inéditas o recopilaciones personalizadas.